Que difícil es entender que las cosas llegan a su debido tiempo.
Cuántas veces se piensa en algo que se quiere llevar a cabo, se desarrolla un plan completo con un inicio que incluye el conocimiento teórico, una parte intermedia que incluye el desarrollo y una parte final que incluye el resultado que se desea. En fin, una serie de pasos que a nuestro criterio debe contener nuestro plan para que de resultado y, por supuesto, ese resultado nos satisfaga.
Todo en el papel puede parecer correcto e inclusive tener un ingenioso plan para llegar al objetivo pero muy a menudo ocurre algo que cambia totalmente el panorama y se empiezan a notar una serie de fallas que se traen al piso nuestro plan o conducen a un desenlace poco satisfactorio o no esperado, convirtiendo en poco tiempo a una buena idea en una desilusión en el mejor de los casos o en un gran problema.
Este tipo de planes se desarrollan en muchos ámbitos que no sólo incluyen los negocios, pueden ser también a nivel personal pero la causa de la falla parece ser, a mi criterio, la misma: muy a menudo no sabemos esperar.
No todos los fracasos aparecen con los resultados o son notorios desde el inicio, muy a menudo empiezan a gestarse precisamente cuando las cosas están saliendo bien, al igual que con los negocios la codicia desatada por buenos resultados puede echar por tierra muy buenas relaciones personales.
El valor de la estrategia está no sólo en lograr la victoria sino en conservar lo obtenido y saber esperar a que se presente la oportunidad para dar el siguiente paso o simplemente dar tiempo para disfrutar del momento teniendo la calma suficiente para no variar esa estrategia por la emoción de un buen resultado. Ahí está el verdadero sentido de un triunfo, no es sólo ganar una batalla sino la guerra.
Los buenos resultados, sobre todo si se dan muy temprano, pueden ser los causantes de un mal desenlace si no se tiene la madurez o la experiencia para saberlos manejar de forma que sirvan para conducir al resultado esperado o inclusive a un resultado aún mejor que el esperado.
El saber esperar a que las cosas se den a su debido tiempo agrega a una buena estrategia la solidez para que conduzca a una gran victoria, se debe entender que esperar no es sinónimo de quedarse dormido y nunca actuar, saber esperar significa aguardar al momento indicado para dar el siguiente paso, significa saber leer el libreto y comprender cuándo es tiempo de introducir otro factor en la escena.
Algo curioso sobre la estrategia en las relaciones personales y que tiende a diferenciarlas de los negocios es que en éstas relaciones el secreto puede estar en no esperar nada, si, simplemente no tener expectativas muy grandes que puedan cegar con idealismos que no permitan ver con claridad el horizonte, expectativas que a menudo crean una falsa idea sobre una persona y que no permiten ver la verdad tal cual es: no siempre lo que soñamos es lo que nos hará felices y eso se descubre intentando, fracasando y aprendiendo a esperar el momento justo para que las cosas se ocurran.
Cuántas veces se piensa en algo que se quiere llevar a cabo, se desarrolla un plan completo con un inicio que incluye el conocimiento teórico, una parte intermedia que incluye el desarrollo y una parte final que incluye el resultado que se desea. En fin, una serie de pasos que a nuestro criterio debe contener nuestro plan para que de resultado y, por supuesto, ese resultado nos satisfaga.
Todo en el papel puede parecer correcto e inclusive tener un ingenioso plan para llegar al objetivo pero muy a menudo ocurre algo que cambia totalmente el panorama y se empiezan a notar una serie de fallas que se traen al piso nuestro plan o conducen a un desenlace poco satisfactorio o no esperado, convirtiendo en poco tiempo a una buena idea en una desilusión en el mejor de los casos o en un gran problema.
Este tipo de planes se desarrollan en muchos ámbitos que no sólo incluyen los negocios, pueden ser también a nivel personal pero la causa de la falla parece ser, a mi criterio, la misma: muy a menudo no sabemos esperar.
No todos los fracasos aparecen con los resultados o son notorios desde el inicio, muy a menudo empiezan a gestarse precisamente cuando las cosas están saliendo bien, al igual que con los negocios la codicia desatada por buenos resultados puede echar por tierra muy buenas relaciones personales.
El valor de la estrategia está no sólo en lograr la victoria sino en conservar lo obtenido y saber esperar a que se presente la oportunidad para dar el siguiente paso o simplemente dar tiempo para disfrutar del momento teniendo la calma suficiente para no variar esa estrategia por la emoción de un buen resultado. Ahí está el verdadero sentido de un triunfo, no es sólo ganar una batalla sino la guerra.
Los buenos resultados, sobre todo si se dan muy temprano, pueden ser los causantes de un mal desenlace si no se tiene la madurez o la experiencia para saberlos manejar de forma que sirvan para conducir al resultado esperado o inclusive a un resultado aún mejor que el esperado.
El saber esperar a que las cosas se den a su debido tiempo agrega a una buena estrategia la solidez para que conduzca a una gran victoria, se debe entender que esperar no es sinónimo de quedarse dormido y nunca actuar, saber esperar significa aguardar al momento indicado para dar el siguiente paso, significa saber leer el libreto y comprender cuándo es tiempo de introducir otro factor en la escena.
Algo curioso sobre la estrategia en las relaciones personales y que tiende a diferenciarlas de los negocios es que en éstas relaciones el secreto puede estar en no esperar nada, si, simplemente no tener expectativas muy grandes que puedan cegar con idealismos que no permitan ver con claridad el horizonte, expectativas que a menudo crean una falsa idea sobre una persona y que no permiten ver la verdad tal cual es: no siempre lo que soñamos es lo que nos hará felices y eso se descubre intentando, fracasando y aprendiendo a esperar el momento justo para que las cosas se ocurran.
3 comentarios:
La impaciencia es uno de mis peores vicios, pero he aprendido a soportar, me hice complice de él.
Me has llevado la contraria muchas veces? entocces antes de ser tu eras otro?
Gracias por5 ir a lamerte las heridas a mi casa, saludos desde ese extraño país.
Si, era otro que se encontraba mucho en el blog de h3dicho. Tenía mucho tiempo retirado y ya regresé con ganas de hacer algo.
Yo no logro hacerme cómplice de la impaciencia, es mi eterna guerra que hasta ahora me deja muchas bajas.
La impaciencia es algo natural en el ser humano, saber esperar es signo de madurez y de muchos errores asi que tranquilo, el hecho de saber que se es impaciente es el primer paso para la paciencia.
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